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Sagradas Escrituras (1569)
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Job 30
30 / 42
1
Mas ahora los más mozos de días que yo, se rien de mí, cuyos padres yo desdeñara de ponerlos con los perros de mi ganado,
2
Porque ¿para qué había yo menester la fuerza de sus manos, en los cuales pereció el tiempo?
3
Por causa de la pobreza y de la hambre solos: que huían a la soledad, al lugar tenebroso, asolado y desierto.
4
Que cogían malvas entre los árboles, y raíces de enebros para calentarse.
5
Eran echados de entre las gentes, y todos les daban grita como a ladrón.
6
Que habitaban en las barrancas de los arroyos, en las cavernas de la tierra, y en las piedras.
7
Que bramaban entre las matas, y se congregaban debajo de las espinas.
8
Hijos de viles, y hombres sin nombre: mas bajos que la misma tierra.
9
Y ahora yo soy su canción, y soy hecho a ellos refrán.
10
Abomínanme, aléjanse de mí; y aun de mi rostro no detuvieron su saliva.
11
Porque Dios desató mi cuerda, y me afligió; y quitaron el freno delante de mi rostro.
12
A la mano derecha se levantaron los muchachos; rempujaron mis pies, y pisaron sobre mí las sendas de su contrición.
13
Mi senda derribaron: aprovecháronse de mi quebrantamiento; contra los cuales no hubo ayudador.
14
Vinieron como por portillo ancho: revolviéronse por mi calamidad.
15
Turbaciones se convirtieron sobre mí: combatieron como un viento mi voluntad, y mi salud como nube que pasa.
16
Y ahora mi alma está derramada en mí: días de aflicción me han comprendido.
17
De noche taladra sobre mí mis huesos, y mis pulsos no reposan.
18
Con la grandeza de la fuerza del dolor mi vestidura es mudada; cíñeme como el collar de mi ropa.
19
Derribóme en el lodo, y soy semejante al polvo, y a la ceniza.
20
Clamo a ti, y no me oyes: me presento, y no me echas de ver.
21
Háste tornado cruel para mí: con la fortaleza de tu mano me amenazas.
22
Levantásteme, e hicísteme cabalgar sobre el viento, y derretiste en mí el ser.
23
Porque yo conozco que me tornas a la muerte, y a la casa determinada a todo viviente.
24
Mas él no extenderá la mano contra el sepulcro; ¿clamarán los sepultados cuando él los quebrantare?
25
¿No lloré yo al afligido, y mi alma no se entristeció sobre el menesteroso?
26
Cuando esperaba el bien, entonces me vino el mal; y cuando esperaba la luz, vino la oscuridad.
27
Mis entrañas hierven, y no reposan: previniéronme días de aflicción.
28
Denegrido anduve, y no por el sol: levantéme en la congregación, y clamé.
29
Hermano fui de los dragones, y compañero de las hijas del avestruz.
30
Mi cuero está denegrido sobre mí, y mis huesos se secaron con sequedad.
31
Y mi arpa se tornó en luto, y mi órgano en voz de lamentantes.
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