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Sagradas Escrituras (1569)
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Lucas 19
19 / 24
1
Y habiendo entrado Jesús, pasaba por Jericó.
2
Y, he aquí, un varón llamado Zaqueo el cual era príncipe de los publicanos, y era rico.
3
Y procuraba ver a Jesús quién fuese; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
4
Y corriendo delante, se subió en un árbol sicomoro, para verle; porque había de pasar por allí.
5
Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando le vio, y le dijo: Zaqueo, dáte priesa, desciende; porque hoy es menester que pose en tu casa.
6
Entonces él descendió apriesa, y le recibió gozoso.
7
Y viendo esto todos, murmuraban, diciendo, que había entrado a posar con un hombre pecador.
8
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo vuelvo con los cuatro tantos.
9
Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto también él es hijo de Abraham.
10
Porque el Hijo del hombre vino a buscar, y a salvar lo que se había perdido.
11
¶ Y oyendo ellos estas cosas, prosiguiendo él, dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem; y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios.
12
Dijo pues: Un hombre noble se partió a una tierra lejos, a tomar para sí un reino, y volver.
13
Y llamados diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociád entre tanto que vengo.
14
Empero sus ciudadanos le aborrecían; y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
15
Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos, a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
16
Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
17
Y él le dice: Está bien, buen siervo: pues que en lo poco has sido fiel, ten autoridad sobre diez ciudades.
18
Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
19
Y asimismo a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
20
Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo.
21
Porque tuve miedo de ti, pues que eres hombre severo: tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
22
Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu boca te juzgo: sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
23
¿Por qué pues no diste mi dinero al banco; y yo viniendo lo demandara con el logro?
24
Y dijo a los que estaban presentes: Quitádle la mina, y dádla al que tiene las diez minas.
25
(Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.)
26
Porque yo os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
27
Mas a aquellos mis enemigos, que no querían que yo reinase sobre ellos, traédlos acá, y degolládlos delante de mí.
28
¶ Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalem.
29
Y aconteció, que llegando cerca de Betfage, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
30
Diciendo: Id a la aldea que está delante, en la cual como entraréis, hallaréis un pollino atado en el cual ningún hombre jamás se ha sentado: desatádle, y traédle acá.
31
Y si alguien os preguntare: ¿Por qué le desatáis? le diréis así: Porque el Señor le ha menester.
32
Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron, como él les dijo.
33
Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34
Y ellos dijeron: Porque el Señor le ha menester.
35
Y le trajeron a Jesús; y echando ellos sus ropas sobre el pollino, pusieron encima a Jesús.
36
Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino.
37
Y como llegasen ya cerca de la descendida del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,
38
Diciendo: Bendito el rey que viene en nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en las alturas.
39
Entonces algunos de los Fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
40
Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si estos callaren, las piedras clamarán.
41
Y como llegó cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella,
42
Diciendo: ¡Ah, si tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos.
43
Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con trinchera; y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho;
44
Y te derribarán a tierra; y a tus hijos, los que están dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
45
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,
46
Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
47
Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los príncipes del pueblo procuraban matarle.
48
Y no hallaban que hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
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