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Sagradas Escrituras (1569)
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Salmos 102
102 / 150
1
Jehová, oye mi oración, y venga mi clamor a ti.
2
No escondas de mí tu rostro: en el día de mi angustia inclina a mí tu oreja; el día que te invocare, apresúrate a responderme.
3
Porque mis días se han consumido como humo; y mis huesos son quemados como en hogar.
4
Mi corazón fue herido, y se secó como la yerba; por lo cual me olvidé de comer mi pan.
5
Por la voz de mi gemido mis huesos se han pegado a mi carne.
6
Soy semejante al pelícano del desierto: soy como el búho de las soledades.
7
Velo, y soy como el pájaro solitario sobre el tejado.
8
Cada día me afrentan mis enemigos; los que se enfurecen contra mí, conspiran contra mí.
9
Por lo cual yo como la ceniza a manera de pan; y mi bebida mezclo con lloro,
10
A causa de tu enojo y de tu ira: porque me alzaste, y me arrojaste.
11
Mis días son como la sombra que se va: y yo como la yerba me he secado.
12
Mas tú, Jehová, para siempre permanecerás; y tu memoria para generación y generación.
13
Tú levantándote habrás misericordia de Sión, porque es tiempo de tener misericordia de ella: porque el plazo es llegado.
14
Porque tus siervos amaron sus piedras: y del polvo de ella tuvieron compasión.
15
Y temerán las naciones el nombre de Jehová: y todos los reyes de la tierra tu gloria.
16
Por cuanto Jehová habrá edificado a Sión; y será visto en su gloria.
17
Habrá mirado a la oración de los solitarios: y no habrá desechado el ruego de ellos.
18
Escribirse ha esto para la generación postrera: y el pueblo que se criará, alabará a Jehová.
19
Porque miró de lo alto de su santuario: Jehová miró desde los cielos a la tierra,
20
Para oír el gemido de los presos: para soltar a los sentenciados a muerte:
21
Porque publiquen en Sión el nombre de Jehová: y su alabanza en Jerusalem,
22
Cuando los pueblos se congregaren en uno, y los reinos para servir a Jehová.
23
El afligió mi fuerza en el camino, acortó mis días.
24
Dije: Dios mío, no me cortes en el medio de mis días; por generación de generaciones son tus años.
25
Tú fundaste la tierra antiguamente, y los cielos son obra de tus manos.
26
Ellos perecerán, y tú permanecerás; y todos ellos como un vestido se envejecerán, como una ropa de vestir los mudarás, y serán mudados:
27
Mas tú, el mismo, y tus años no se acabarán.
28
Los hijos de tus siervos habitarán, y su simiente será afirmada delante de ti.
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